todavía
estaba tirado
al costado
de un recuerdo.
Lo arrastro
hasta un acantilado…
Intento ver
que hay abajo,
Pero en mi
memoria,
la neblina
nunca cesa.
Todo es
difuso.
Lo dejo
caer.
Nunca
escucho el ruido,
se disuelve
en el aire.
¿Tan
liviano era?
El viento
se lleva la risa.
desintegra
la mirada del amor,
desarma la
compasión engañosa,
destruye la
certeza ambiciosa.
Y Caen las
hojas,
y otra vez
mueren tus caricias.
En cada
pequeña figura ocre,
veo una lágrima
del destino.
¿Por quién
llorará?
Yo fui
feliz, yo no estoy llorando
¡Qué nadie
sufra por mí!
Es mi
derecho recordar como me guste.
Y vuelvo a
crear esa imagen
y vuelvo a
creer que
si tus ojos
dijeran que si,
iría
corriendo en mi mente
y los
relojes cambiarían su curso
y el Big
Bang formaría otro universo.
Aunque al
pasado no se vuelve.
No se
puede.
Y dijiste
no.
Tu respuesta
fue la indiferencia.
Y el
minutero siguió su curso
sin
siquiera alterarse.
Maldito
reloj sin corazón
que
arrastra sus brazos,
con el
pesar de la vida
y pone
excusas persuasivas,
para que
mirando sus ojos
de números
luminosos
me sienta
obligada a recordarte.
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